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Pertenezco a la congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado. Me uní a la congregación en 1984; Hice los primeros votos en 1987. Después de hacer mis votos temporales, me enviaron a una universidad en la Ciudad de México y pasé 3 años trabajando un poco en la escuela y continuando mi entrenamiento. Estudié un año de escritura sagrada y dos años de teología pastoral. Luego me enviaron a la ciudad de Cuernavaca, del estado de Morelos. Mientras estuve allí fue cuando hice mis votos finales, mi consagración definitiva a Dios. 

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Cuando llegué a Ciudad Juárez, mi preocupación era conocer a las familias más necesitadas. Empecé a visitar algunas comunidades desde aquí, desde Lomas de Poleo y desde la Plutarco Elias Calles y otras. Así es como comencé a conocer la realidad de las familias. Mi trabajo y mi relación en estas comunidades ha sido impartir varios talleres, en las sagradas escrituras, sobre las relaciones humanas, la ecología y el cuidado del medio ambiente, y sobre la medicina alternativa. Además, hubo varios talleres para hornear, confección, artes y manualidades. Un taller más variado surgió cuando vi lo que necesitaban. Quería asegurarme de responder a sus necesidades, cosas por las que preguntaban. Lo que sea que la comunidad pidió, tratamos de responder. 

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Conocí al padre Pedro porque un día llamó a la puerta de la casa mientras estábamos en una reunión comunitaria. Abrí la puerta y le pregunté qué quería. Me dijo que quería ayudarme en mi trabajo. Estaba buscando a alguien que construya baños ecológicos, porque necesito uno para una casa familiar. Lo acompañaba alguien más que estaba con él. El padre Pedro y esta persona hicieron mucho trabajo arreglando cosas. Por ejemplo, arreglando algunas de las calles de la Comunidad de Juanita Luna con solo una carretilla y una pala. También trabajó mucho para ayudar a la comunidad Plutarco Elias. Él vendría en su bicicleta desde El Paso para ayudar a estas comunidades, Lomas de Poleo, Parte Donatera y Plutarco. El padre Peter nos animó a tener un centro comunitario donde las personas puedan reunirse porque no teníamos un espacio para reunirnos. Solíamos reunirnos en el patio de una casa familiar. Entonces el Padre Peter nos apoyó económicamente para construir estos espacios. Padre y sus amigos han brindado mucho apoyo a todas estas familias de Ciudad Juárez para aliviar sus preocupaciones sobre sus necesidades. También nos dieron su apoyo, las monjas. 

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Quiero agradecer al Padre Peter por toda su dedicación porque lo que quiere para los niños, los jóvenes y las familias en general es cambiar Ciudad Juárez. Ese es su sueño de que los jóvenes que estudian y aprenden puedan cambiar a Ciudad Juárez. Nosotras, las hermanas del Centro de Mujeres Tonantzin, estamos más que agradecidas con la fundación Miguel Pro Mission, con el Padre Peter y con todos los donantes. Le pedimos a Dios que los siga bendiciendo y que conserve sus corazones generosos que continúan compartiendo con los menos afortunados. 

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